jueves, 16 de abril de 2020

Hotel Galantis

Dorothy entró al restaurante del hotel Galantis como lo hacía usualmente cada miércoles, era su permitido para cortar la rutina.
Llegó con un atuendo digno de alguien de la realeza o similar: Una falda caqui que terminaba a la altura de las rodillas, porque era lo que consideraba lo más atrevido que alguien de su edad ya debería usar sin quedar en ridículo, una chaqueta que completaba el conjunto, tenía un prendedor de oro con forma de ave, no recordaba cual ave era, su amado Rick se lo había regalado en uno de sus viajes en África, tampoco recordaba el país, pero era un detalle magistral y raro. Por debajo usaba una camisa color crema que armonizaba con el resto del conjunto. En los pies, unos zapatos con un taco prominente para alguien de su edad, pero había vivido tanto tiempo usándolos que ya no usarlos le parecía extraño. Amaba esos zapatos, también los amaba Rick, por eso cada vez que venía al Galantis los utilizaba, como un tributo al hombre que jamás dejaría de amar. Completaba su atuendo con anillos y pequeñas joyas tan bellas, que al verla, hacía que ese restaurante 5 estrellas pareciera un hostal de menor categoría. Así llegaba cada miércoles, siempre a la hora del almuerzo.
Los mozos ya la conocían, y le reservaban la mesa junto al ventanal que tenía la vista de casi toda la bahía, una de las vistas más maravillosas que podría tenerse para comer en el mundo. Ella la disfrutaba, cada miércoles. Ella entró saludando levemente con la cabeza y esbozando una sonrisa a quienes se cruzaban a su paso, se acomodó en su mesa de siempre y pidió Cordero con salsa de ciruelas. Sabía que ese plato demoraría, simplemente quería tener un momento para si misma. Miró el mar, lo vio tan imponente, tan hermoso. Se había mudado a Indonesia hacía ya 1 año pero no dejaba de sorprenderse con tan maravillosa vista, pero no era suficiente, ni esa vista ni nada en el mundo podía borrarle la pena que la acongojaba. Miró sus manos, ya no las reconocía, no eran las manos suaves que alguna vez tuvo, ahora solo veía una piel áspera, y percudida por tantos productos de belleza que aplicó para que no perdieran su juventud, pero no podía luchar contra el tiempo. Dejó de mirar sus manos y volvió a mirar hacia el mar, quizás el paisaje la distraía un poco, pero sus ojos ya estaban humedecidos. Ya no eran solo sus manos, era todo, todo lo que en su vida había ido cambiado con el correr del tiempo. Tan lejana de recordar cuando era una jovencita en plena ciudad rodeada de montañas en Denver, tapada de nieve y hielo, recordaba cuando conoció el mar por primera vez en su adolescencia, y el día que lo conoció a él, a Rick. El hombre más apuesto que había existido en la historia de la humanidad y que se fijó en esa joven de cabellos castaños y labios carnosos. Alguien como él podría haberse fijado en chicas más voluptuosas o incluso más hermosas que ella. Pero él, al igual que ella, quedaron maravillados el uno con el otro. Recordaba el vestido que ella usaba en esa fiesta de fin de año, y podía detallar con exactitud el atuendo que llevaba Rick esa misma noche.
Rick era un aventurero, la rutina lo agobiaba, recibido con honores como arquitecto en Columbia y de gran familia, herramientas clave para que pudiera hacer lo que quisiera, cuando se aburría de una casa, la vendía y se mudaba a una diferente, cambiaba los autos con frecuencia, pero nunca se aburría de Dorothy, y ella no se cansaba de él. El empezó a trabajar en proyectos grandes de casinos, hoteles, rascacielos y al finalizar se iba a otra parte del mundo a una nueva aventura, siempre con su amada Dorothy. Fue tras finalizar el Gran Galantis de Indonesia, que la invitó a almorzar, se sentaron en una mesita junto a la ventana que daba a la bahía., tras el postre, él le pidió casamiento. Ella sin titubear aceptó, no podían ser más felices. Dorothy recordó ese instante, como todos los miércoles, y no pudo evitar llorar. Lo extrañaba mucho, había pasado casi 2 años de su muerte pero ella lo extrañaba como nunca. Se sentía vieja, quería que el tiempo parara, no quería perder su aspecto tan hermoso, el que había enamorado a su amado Rick, no podía evitarlo. Así como no podía evitar llorar.
Su almuerzo llegó, y con el dulzor de la salsa también llegaron los recuerdos dulces. Las ciudades del mundo en que vivieron, que llegaron a conocer, los maravillosos días junto a él. Su semblante mejoraba con cada bocado, incluso volvía a esbozar sonrisas entre bocado y bocado. Luego pidíó el postre, mientras esperaba miró al salón del Hotel, estaban puestas las noticias pero no les prestaba atención, solo miró un poco más el mar hasta que trajeran su postre. Lo comió, y se quedó un poco más, sabía que recién el próximo miércoles volvería al Galantis, aún miraba el mar, vio la playa, jamás había ido sin Rick, le entró un deseo sobrenatural de ir hacia allá.
Tomó su bolso, saludó al personal del hotel y se fue, a paso lento hacia la playa, al llegar se quitó los zapatos, quería sentir la arena en la planta de los pies, hacía buen clima aunque el viento estaba algo fuerte no le importó, incluso veía a las aves alejarse del océano. Miró al mar, sonrió. Volvía a ser feliz.


26 de Diciembre del 2004 , Indonesia

miércoles, 25 de marzo de 2020

Olvidado

Frank llegó de trabajar como todos los días, entró a su casa, un pequeño monoambiente en un pequeño complejo de casitas y departamentos, tenia un par de metros cuadrados pero que contaba con un entrepiso que le duplicaba el espacio disponible, aunque la escalerilla de madera hecha de forma poco ortodoxa, era un desafío para cualquiera que quisiera poner a prueba su equilibrio para subirla. En la parte de abajo tenia un baño pequeño y bastante húmedo por la falta de ventilación, una cocina pequeña y una mesada que tenia varios cajones, donde guardaba cualquier tipo de cosas.Una mesita vieja con una silla y una biblioteca improvisada que tenia una par de libros tristes que no recordaba si había llegado a leer o no. Arriba tenia un pequeño ropero desordenado y su cama.  No estaba nunca en casa, pero el poco tiempo que pasaba ahí era suficiente para que los platos con restos de comida seca, se apilen diariamente uno sobre otro hasta que el stock disponible se termine o si alguien venía de visita, que era cuando acomodaba rápido todo, pero nadie lo visitaba. Además la poca ventilación hacía que el aire se sintiera un tanto pesado, ese era el precio a pagar por un alquiler tan barato. Él lo sabía, no le preocupaba
Su trabajo en la fábrica de papel no prosperaba demasiado, prácticamente hasta la chica de limpieza tenía más autoridad que él ahí dentro. No hablaba con nadie y nadie hablaba con él, era hacia tiempo se había vuelto alguien distante, no se esforzaba en socializar, y si alguien se le acercaba, sus respuestas cortas volvía las conversaciones tan incómodas, que terminaban de forma abrupta y nadie quería repetir esa experiencia. Pero eso tampoco lo preocupaba
Su padre había fallecido en la guerra cuando el era un niño aún, su hermano mayor la misma suerte tras volver y no poder sanar una pierna mal curada. Su madre en cambio, tras enviudar perdió la razón y la vieron vagando por la vieja ruta sola. Frank tenia 17 años cuando la vio por última vez. Nadie sabía si esa pobre mujer vivía todavía. Eso no era lo que le preocupaba.
Lo que le estaba preocupando realmente a Frank era que desde hace un par de semanas alguien estaba haciendo ruido en la parte baja del departamento cuando se iba a acostar, justo cuando apagaba la luz para dormir.
Primero pensó que sería un gato del vecindario, al que le había dejado la ventana abierta. Lo descartó cuando siguió escuchando ruidos habiendo dejado todo cerrado.
Su segunda teoría eran ratas, aunque más allá de la comida seca en los platos, dudaba que hubiera algo que siquiera las ratas vieran apetecible. De todas formas, lo descartó porque oyó pasos, y no de los chiquitos y suaves que hacen los roedores, eran pasos con más contundencia, aunque no había forma que nadie hubiera entrado, primero debería haber tirado abajo la puerta con candado incluido y de ya haber estado adentro, contar con un curso especializado en camuflaje en espacios reducidos porque sería imposible que se le pasara por alto una persona en su pequeño cuchitril.
Era otra cosa, no eran ladrones ni ratas ni gatos. pensó que era cansancio que le jugaba malas pasadas, algún químico de la fábrica. Durante los últimos días los ruidos se hicieron una constante.
Hizo el experimento de dejar la luz encendida, no hubo ruidos pero si tuvo insomnio esa noche porque la luz no lo dejó dormir.
Se acostó, estaba agotado pero le costaba dormir. Cuando por fin parecía lidiarlo, algún ruido lo despertaba, algo crujía, algo caminaba, algo se sentaba. Así estuvo quizás 1 o 2 horas, cada vez que sus ojos se empezaban a cerrar, algo lo despertaba. Hasta en que un momento, no aguantó más.
- Ey!!! Por qué haces tanto ruido?
- Te desperté? Perdón, creí que eras de sueño pesado
- Si pero quien puede dormir cuando el ruido no para en toda la noche?
- Insisto, creí que dormías
- Pues no, y hace días no lo hago bien por tu culpa
- Y me lo dices ahora? Tardas mucho en quejarte
- No me dejas dormir y es mi culpa por no quejarme? Que cómico!
- Ey si no paras de gritar despertarás a tus vecinos, la señora del 26 es muy quejosa, siempre busca problemas con los otros vecinos.
- Por qué haces ruido? Qué haces en mi casa?
- Leo, aunque tu colección no es muy amplia, releí el libro rojo que tienes 3 veces ya. Interesante pero ya perdió la gracia. Podrías comprar libros con más frecuencia no?
- Quién eres??
- Sabes quien soy, no vengas a decirme que no recuerdas quién soy.
- No, no sé quién eres.
- Vamos Fran, no es bueno mentir
- De verdad. Quién eres?
- Estuve contigo toda tu infancia, al menos hasta que tu papá se fue a la guerra. También compartíamos habitación.
- No es posible
- Claro que si, estamos conversando no? no recuerdas nuestras charlas nocturnas cuando vivía bajo tu cama?
- Jajaja bajo mi cama? De qué hablas?
- Viví en todos lados: Bajo tu cama, dentro de tu armario, en tu baúl de juguetes... Ah eso si era incómodo.
- Sigo sin entender, qué diablos eres?
- No lo se, me pusiste muchos nombres, mucho tiempo me dijiste Monstruo... Eso duele, pero eras un niño, pude entenderlo, sin rencores
- Eso eran fantasías de niños, los monstruos no existen! Deja de burlarte
- Jajajaja burlarme yo? Minabas el piso con juguetes para que hiciera ruido si de decidía "comerte" de noche, eso es una burla! Como podría comerte? No cabes en mi mandibula
- Basta! Puede decirme que haces aquí?
- Te dije que leyendo. Ah y comiendo un poco, tienes un nido de cucarachas crujientes en la base del 2do cajón de la cocina, no están mal pero no son excelen..
- CALLATE!! Me refiero a qué pretendes viniendo ahora a molestarme
- ...
- Respondeme!
- Decídete, me callo o hablo? Sospecho que no eres el más listo del condado amiguito
- Y no me digas amiguito
- Siempre te dije amiguito, o lo olvidaste
- No te recuerdo, no recuerdo como eres, no existes
- No podrías saber como soy, jamás me viste
Frank se quedó en silencio, su cabeza no entendía nada. Qué hace esa supuesto monstruo en su casa ahora? O quién podría ser jugandole una mala broma? Querría hacerle daño?. Intentó responder de miles de formas a esas y a todas las preguntas que surgían, en silencio, pero no completo silencio. Podría ir la respiración forzada desde la parte de abajo.
- Cómo entraste?
- Siempre estuve adentro
Volvió a reinar el silencio, lo oyó caminar, no podía ver nada, las luces apagadas y la oscuridad de la noche solo dejaban a su vista 2 espacios mínimos de ventana que la cortina gris plomo que usaba no cubrían, por esos huecos entraba una tenue luz que eran de la poca iluminación que se filtraba de la calle, una luz nula, el solo veía unos puntos grises borrosos. Los miró mientras pensaba y oía los pasos que chasqueaban el suelo. Algo de miedo tenía. Empezaba a sentirse un niño de nuevo. Era eso lo que quería? Ya no quería pensar, en eso tampoco. Quería dormirse pero no podía, su corazón no se lo permitía
- Me tienes miedo, amiguito?
- No, quizás de niño te tenia miedo pero ya no. Acaso viniste a hacerme daño?
- Crees que vine a hacerte daño?
- No lo se, ni siquiera sé que haces aquí todavía
- Vine a visitarte, no hacen falta las luces para notar que el único ser vivo que cruza por este sucucho eres tú y las cucarachas de bajo el cajón, igual no te preocupes, ya no quedan muchas. Es más...
Escuchó una seguidilla de ruidos a toda prisa, pasos, cubiertos, fricción de madera, unos golpecitos y de pronto un crujido, casi crocante...
- No quedan más... Al menos por aquí, aunque si sigues apilando cosas sucias así, tendrás para reponerlas dentro de poco, no te lo recomiendo. Preferiría que me dejes un poco de comida
- Yo preferiría que tú no vuelvas
- Auch, creí que te agradaría un poco de compañía
- Para qué?
- Para que dejes de estar solo tanto tiempo, además aprovecho y también me haces compañía. Es feo que no se acuerden de ti tras tantos años
- No sabía que existías
- Todos hacen lo mismo, todos te olvidan, ni siquiera te dejan en un rincón de memoria, ni como bueno ni como malo, nada
- Viniste a que me de pena por tí?
- Jajaja yo? Que sientas pena por mi? Vamos amiguito, yo no soy el que vive en una pocilga y que su charla más extensa en años ha sido con con alguien que ni siquiera sabe como es?
- Espera... Cómo eres?
- Como soy? Puedo tener muchas formas, muchos tamaños, muchos colores. Depende de quién tenga cerca.
- Claro. Y hasta cuando piensas venir?
- Hasta cuando crees tú que pienso quedarme?
- No lo se, ni siquiera estoy seguro de si estoy soñando o algo.
- No, no es un sueño, créeme.
Frank estaba confundido, también sentía curiosidad, quería saber como se veía el monstruo de su infancia. Aunque ya todo esto lo había empezado a incomodar.
- Alguna vez alguien te ha visto?
- Hasta ahora, humanos, no. Dudo que alguien pueda
- Por qué?
- Es obvio que siempre estoy en la oscuridad, nunca me has ido cuando hay luz. Y en la oscuridad no puedes ver. Para qué querrías verme?
- No dije que quiera verte
- Por qué lo preguntas entonces??
Frank hizo silencio
- Acaso no sientes miedo?
- Por qué debería temerte?
Apenas pronunció la pregunta, empezó a sentir que la sombra se movía por la casa, ya no caminaba, corria, golpeaba cosas, sentía que los cajones se abrían y cerraban y todas las chucherias dentro sonaban, lo que empezó como un sonido se convirtió en una orquesta de ruidos que lo ensordecia, que empezaban a acelerar el corazón de Frank.
- Me tienes miedo?
- No
Volteó a ver los rectángulos grises de luz, los miró fijo, sintió que se hacían más y más pequeños, la oscuridad se volvía completamente densa, los ruidos seguían, algo rascaba las paredes, con furia, con fuerza, los pocos platos se sacudían, los muebles golpeteaban el suelo como si tuvieran vida. El ruido aumentó. Frank se tapó los oidos para soportarlo
- Me tienes miedo?!!!
Sintió la voz, pero ahora sonaba metálica, sonaba enérgica, sonaba dentro de su cabeza.
-Dilo amiguito! Dime que tienes miedo?!!!
Frank temblaba, incluso cerró los ojos, los cerró para no ver en la oscuridad.
- Acaso no querías verme?! Acaso no querías saber como soy?!!! Abre los ojos!!!
La voz ya retumbaba dentro de su cabeza, no sabía como contener todo eso. Ya era un ovillo de hombre sobre un viejo colchón. Empezó a sollozar. Sintió que los rasguños en las paredes ya no sonaban en las paredes de abajo, sonaban arriba, por todas partes, incluso en el techo y podía oirlos aún tapando sus oídos, era como si le rasgaran dentro de su cabeza.

De pronto el ruido cesó, se hizo un silencio sepulcral, no había voz ni rasguños en su cabeza, tampoco en las paredes, ya nada se movía. Se quitó las manos de los oídos, su respiración estaba acelerada, su corazón parecía una metralleta, una que no se quedaba sin municiones, ni siquiera tenía el valor para abrir los ojos...
- Me tienes miedo? - dijo la voz, nuevamente, desde el piso de abajo.
- Si - exclamó Frank, intentando recuperar el aliento, aún sollozando - Tengo miedo
- MARAVILLOSO!!- gritó una voz al oído de Frank, mientras dos garras le sujetaron la cara desde atrás tapándole los ojos. Sintió un dolor punzante en el pecho y dio un sobresalto.
Miró a su alrededor, estaba amaneciendo y lo que en algún momentos fueron dos cuadrados de gris tenue, se habían vuelto dos haces amarillos de luz de sol que iluminaban su habitación. Estaba solo

martes, 24 de marzo de 2020

Feliz Cumpleaños

Cada año es igual, no lo voy a negar, pero por 24 horas me permito extrañarte. Se cumplen las 12 de la noche y quisiera de alguna forma poder oír tu voz sonriente, porque si, todavía podría distinguir cuando estas sonriendo al hablar por teléfono. Quisiera poder oirte sonreir con solo poder decirte 2 palabras: Feliz Cumpleaños
Es gracioso, pero no recuerdo tu voz, no recuerdo tu olor, no recuerdo como se sentía tu piel en la yema de mis dedos. Es curioso como los sentidos se codifican en el cerebro y no importa la gente que oigas, que mires, que toques, cada una es diferente, cada una es distinta, pero vos, vos sos especial. El tiempo también hace estragos, porque en verdad no puedo recordar como se sentía tenerte cerca, pero siempre estas cerca.
Más allá de eso, si recuerdo el día que te conocí, nuestra primera cita y las pulsaciones por el techo que me quedaron después de esa noche, podrás imaginar como me sentí durante nuestro primer beso, todo lo que sentí cuando eramos nuestros. Cada vez que intento rememorar todo eso, lo veo más nubloso, menos nítido, como las viejas cintas VHS que con el tiempo empezaban a desgastarse y a perder calidad. Me estaré poniendo viejo? No se, pero se que no hemos de ser los mismos que fuimos en esos momentos, en esos tiempos dorados (al menos para mi).
Yo cambie, maduré, no soy el mismo que era en esos tiempos. Pasaron tantas cosas en mi, tantas ciudades, tantas aventuras y desventuras, algún que otro amor, me pasó la vida. Incluso no se si al recordar todo ese tiempo que fue nuestro, siento melancolía por vos o si también es por mi mismo, quizás extraño a ese chico bobo que se cruzó por tu vida. Pero vos también cambiaste, ya no sos la misma que en esos momentos, apostaría mis brazos a que yo tampoco voy a encontrar a la misma mujer que llegó a las playas de mi vida a colonizarme, no, no fue una colonización, fue una masacre, de esas que están en los libros de historia y que escriba quien lo escriba, es imposible ocultar el desastre que dejó esa colonización en mi vida.
Si, mi vida se convirtió en un desastre cuando te conocí, pero no me importó. El mundo en el que vivía se convirtió en un sistema solar y se convirtió en un grano de arena a la vez, porque cuando me mirabas me sentía insignificante, una porción de nada, pero automáticamente me sonreías y ahí me hacías sentirme un gigante, un titan que podría devorar mundos como si nada. Que tan sano puede ser para la cabeza de un jovencito esas fluctuaciones? Dudo que sea recomendable, pero daría mis piernas por volver a sentirme así, pero no con cualquier persona, las daría para sentirme así por vos.
Pero más allá de todo eso no fuiste solo alguien que me dio amor. Me diste muchas cosas, y que las usé y uso todavía en el día a día. Que especie de Don Nadie sería hoy si no te hubiera conocido? Me da miedo pensarlo. Nadie puede imaginarse todo lo que cruzarnos significó para mi, ni siquiera vos podráis imaginar todo lo que pasé después que te fuiste. Todo lo que vino después me hizo quien soy hoy, toda la tristeza, todo el sufrimiento, toda la soledad. Pero aún así, jamas se me cruzaría por la cabeza guardarte rencor por todo eso, y sino, que entreguen mi cabeza en una bandeja de plata si lo hago. Te extraño, con todo eso que viene después.
Con el tiempo aprendí a guardarme todo eso, lo bueno, lo malo, lo bello, lo feo, todo en un espacio que por siempre quedará oculto en un sector restringido de mi corazón y de mis recuerdos, y que se volvió como el lado oscuro de la luna. Y estará ahí, en lo oscuro de mi ser, protegido por los monstruos que alguna vez creaste y ahora son cancerberos de ese fragmento de mi vida que casi nadie conoce. Lo oculto porque la gente no entiende lo que uno puede sentir, a veces ni siquiera yo lo hago.
Cada año es igual, por 24 horas me dedico a pensar en vos, todo ese sector oscuro se enciende y me permito recordarte, me permito hacerme tantas preguntas que cuando me doy cuenta, el día está por terminarse y debo poner todo en su lugar, todo tiene que volver a la oscuridad. Hasta hay cosas que no alcanzo a recordar por la falta de tiempo.
 Abro los ojos y estoy sentado sobre la cama, sumido en la penumbra de mi habitación, triste, todos los años deseo poder verte 5 minutos, todos los años mi deseo queda sin cumplir. Como es posible amar a alguien que no se recuerda? Como es posible no recordar a alguien que se ama?. No lo sé, solo me queda cruzar los dedos y esperar que seas feliz, me conformo con solo eso. Son las 23:59, el día se terminó. Me acuesto y arropo bajo las sábanas. Cierro los ojos y solo atino a decirte, donde sea que estés en ese momento: Feliz Cumpleaños.